Transcurridos tres meses desde que finalizara el mes, la Agencia Tributaria ha hecho públicos el Informe Mensual de Recaudación correspondiente a diciembre del año pasado que, como es lógico, incorpora los datos acumulados del año 2.013.
El resultado obtenido no puede calificarse como éxito. A pesar de los cambios normativos habidos (con subidas significativas en varios impuestos), la recaudación tributaria global obtenida por la Agencia Tributaria ha aumentado tan solo un 0,2% respecto a la de 2.012 (200 millones de €).
Por impuestos, la recaudación del IRPF ha disminuido un 0,9%; la del Impuesto sobre Sociedades, un 7%; la del IVA ha crecido un 2,9%; y la de los Impuestos Especiales, un 4,7%.
No obstante, cabe realizar una lectura adicional de los datos del Informe. Según éste, de los 168.847 millones de € recaudados, 11.897 millones se deben al impacto de subidas impositivas. Quiere decir que, en ausencia de ellas, la recaudación (caeteris paribus) hubiera sido 156.950 millones de €.
Pues bien, la cifra obtenida supone un descenso del 7% sobre la recaudación obtenida en 2.012, porcentaje que, en ningún caso, puede explicarse por la evolución de la economía (en 2.013, la demanda interna cayó un 2%).
Lo sucedido parece tener una explicación clara: los sucesivos e intensos aumentos de impuestos, unido a la creciente fogosidad de la Agencia Tributaria, han provocado el alejamiento de los contribuyentes españoles respecto de sus obligaciones fiscales.
Bueno sería que los responsables percibieran lo anterior, que lo hicieran lo antes posible, y que tras percibirlo, viraran el rumbo de sus decisiones.
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