Cosas veredes, le espetó el ingenioso hidalgo a su fiel escudero, según la narración inmortal de Don Miguel. Pero, de seguro, que Cervantes no imaginaba que siglos después, veríamos las cosas que nos están haciendo ver.
Es sabido que, con motivo de la crisis económica, hace unos años la Unión Europea impuso deberes a los Estados miembros que la integran. Entre ellos, reducir su déficit y su deuda públicos –ambos medidos por la proporción que representan respecto al Producto Interior Bruto (PIB) de cada Estado-.
Transcurrido un cierto tiempo, es tan evidente la incapacidad de los países para cumplir con los objetivos impuestos, como la de la Unión para imponer su cumplimiento. Y en este escenario, las instituciones europeas han decidido hacer realidad el aforismo popular, según el cual “la contabilidad es una ciencia exacta, porque dice exactamente lo que quieras que diga”. Y, manos a la obra, han dado instrucciones para que se computen en el PIB (con datos estimados) la actividad generada por la prostitución y por el tráfico de las drogas blandas. De ese modo, aumentando artificialmente el denominador, se reducirán de modo artificioso los ratios Déficit/PIB y Deuda/PIB, proporcionando la imagen de un cumplimiento de los objetivos que, evidentemente, no es real.
Sin embargo, siendo impactante lo descrito, impacta aún más la propuesta realizada por el sindicato de los Inspectores de Hacienda. Según éstos, en España debe reflexionarse sobre la legalización de las dos actividades descritas –hoy prohibidas en nuestro país-, puesto que, una vez legalizadas, proporcionarían una recaudación tributaria de 6.000 millones de €.
Ellos sabrán el rigor de los cálculos en los que basan su estimación, pero no es ese el tema. La cuestión es que mantener la tipificación como delito de una actividad o suprimirla es algo que debe responder a motivos de orden ciudadano, de moral colectiva o de ética social, pero nunca, en ningún caso, a los recursos que pueden generar en forma de impuestos, cuando resulten blanqueadas (por utilizar un término por ellos empleado)
Aceptar lo contrario llevaría, profundizando en el argumento, a la supresión íntegra del Código Penal, pues nada es más cierto que si todas las actividades hoy delictivas fueran legalizadas, se multiplicarían los hechos imponibles, se dispararían las bases tributarias y, evidentemente, aumentaría (y mucho) la recaudación impositiva.
No es fácil discernir que produce más ternura, si la ingenuidad de la citada propuesta o la ingenua sorpresa mostrada por el reseñado sindicato debido a que, de entre sus 280 propuestas, los medios de comunicación solo se han hecho eco de la descrita. Es obvio, para cualquier inteligencia media, que ha sido el propio sindicato, incluyendo la ínclita propuesta el que, automáticamente, ha sepultado mediáticamente las otras 279.
Pero, en fin, ya se lo dijo Don Quijote a Sancho Panza: cosas veredes